domingo, 9 de junio de 2019

Domingo 9 de junio

Solemnidad de Pentecostés C

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 14, 15-16. 23b-26

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Si me amáis, guardaréis mis mandamientos. Yo le pediré al Padre que os dé otro defensor, que esté siempre con vosotros.
El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él.
El que no me ama no guardará mis palabras. Y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió.
Os he hablado de esto ahora que estoy a vuestro lado, pero el Defensor, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho."

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Hoy es la solemnidad de Pentecostés, la fiesta del Espíritu. La alegría de la Pascua se hace más plena por el don del Espíritu.

Jesús quiere dar a nuestro pobre corazón el Espíritu del Amor, a nuestra cabeza el Espíritu de Sabiduría, a nuestra débil voluntad, el Espíritu de Fortaleza...

El Espíritu Santo es nuestro defensor, nos recuerda y enseña la Palabra de Jesús y nos da fuerza para guardarla.

Demos gracias a Dios por el don que se nos ofrece y abramos de par en par nuestra vida para que el Espíritu Santo penetre hasta lo más profundo de nuestra existencia.


Secuencia de la fiesta de Pentecostés

Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido;
luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo.

Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo
que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos.

Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre, si tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado, cuando no envías tu aliento.

Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero.

Reparte tus siete dones, según la fe de tus siervos;
por tu bondad y tu gracia, dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno.

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¡Salgamos a vivir!
A vivir a la aventura,
a encontrarnos con todos los que caminan,
a gozar de la naturaleza,
a disfrutar en compañía.

¡Salgamos a vivir!
Liberémonos de tantas ataduras
y cenizas que nos anclan a la tierra,
y breguemos por el mar de Galilea
dejándonos llevar por el Viento.

¡Salgamos a vivir!
A llenar la vida de risas y abrazos,
de juegos, sueños y cantos,
de proyectos compartidos
y de los milagros que todos necesitamos.

¡Salgamos a vivir!
Respiremos hondo, bien hondo,
esponjemos nuestro corazón,
despleguemos las alas sin miedo
alcemos el vuelo y volemos alto.

¡Salgamos a vivir!
Aunque la lucha sea dura
y el camino estrecho y largo,
aunque nos ronden la duda y el fracaso
y la muerte nos aceche a cada paso.

¡Salgamos a vivir!
Es la hora de afrontar la vida,
de tallar la piedra y modelar el barro.
de cuidar las flores y saborear los frutos,
y de dejarse ceñir la cintura.

¡Salgamos a vivir!
llevando en nuestras entrañas
la promesa que un día nos hicieron
de los cielos nuevos y la tierra nueva...
¡y sembrémosla a nuestro paso!

¡Salgamos a vivir!
A empujar la vida hasta lo eterno,
a procurar que nada acabe en el olvido,
a vivir como hermanos e hijos
porque Tú estás siempre en medio.

¡Salgamos a vivir y a amar,
a encontrarnos contigo!

Florentino Ulibarri


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.