miércoles, 7 de noviembre de 2018

Miércoles 7 de noviembre

Miércoles de la 31ª semana del tiempo ordinario

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 14, 25-33

En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo: Si alguno se viene conmigo y no pospone a su padre y a su madre, y a su mujer y a sus hijos, y a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío.
Quien no lleve su cruz detrás de mí, no puede ser discípulo mío.
Así, ¿quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla? No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo: «Este hombre empezó a construir y no ha sido capaz de acabar» ¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que le ataca con veinte mil? Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz.
Lo mismo vosotros: el que no renuncia a todos sus bienes, no puede ser discípulo mío.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

A. Mucha gente sigue a Jesús. Sin embargo, él se da cuenta de que muchos no han valorado suficientemente lo que significa seguirle. Por eso pone las cosas claras: el que no pone detrás de mi a su padre y a su madre, el que no quiera llevar la cruz, el que no renuncia a los bienes... El dirá de si mismo: "Yo soy la verdad". A nosotros nos gustan más las medias verdades, no decir las cosas claras...
     "Señor, perdona, mi falta de verdad"
     "Dame fuerza para ser testigo de la verdad"
     "No dejes que en las relaciones con los hermanos crezcan sobre la mentira"

B. "Quien no lleve la cruz detrás de mi...". No se trata de llevar la cruz por llevar la cruz, ni siquiera para conseguir un premio. Se trata de asumir las consecuencias del amor, de ser fiel cuando viene la cruz de la soledad, de la incomprensión, de la crítica despiadada... Llevar la cruz detrás de Jesús, supone llevarla con él, con su fuerza, dejándonos impregnar de su esperanza.
     "Gracias Jesús por llevar la cruz conmigo"
     "Dame tu fuerza para llevar la cruz"
     "Que la cruz no sea en mi vida más grande que el amor"

C. "El que no posponga a su madre y a su padre, no puede ser discípulo mío". ¡Qué fuerte! Si no conociéramos a Jesús y escuchásemos estas palabras diríamos que es un egoísta que lo reclama todo para él. ¿Cómo se compaginan estas palabras y las de dar la vida por los amigos? Aunque parezca un contrasentido, precisamente cuando ponemos a Jesús por encima de todo y de todos, más y mejor podemos amar a la familia, a los amigos, al mundo, a uno mismo.

Señor, ¿cómo voy a amarte más que a mis padres, si ellos se han sacrificado tanto por mí y me lo han dado todo?
¿Cómo voy a amarte más que a mi pareja, si nos queremos con locura, si parece imposible amar con más fuerza?
¿Cómo voy a amarte más que a mis hijos, si cada día les doy lo mejor de mí y daría mi vida por ellos, sin pensarlo dos veces?
¿Cómo voy a amarte más que a mis hermanos y amigos, si yo no sería nada sin ellos?
Señor, ayúdame a darme cuenta de que mis padres, mi pareja, mis hijos, hermanos y amigos son un regalo tuyo;
que su amor es sólo un pequeño reflejo del gran amor que Tú sientes por mí.
Señor, ayúdame a experimentar que cuando me dejo amar por ti y cuando te amo sobre todas las cosas, mi corazón se ensancha y pacífica, y, así, puedo amar sin exigir a los demás lo que sólo Tú me puedes dar, puedo amar más y mejor a mis padres, a mi pareja, a mis hijos, hermanos y amigos.
Señor, ayúdame a fiarme de tu palabra y a disfrutar la vida nueva que sólo Tú me ofreces.

D. Dice Jesús: “el que no renuncia a todos sus bienes, no puede ser discípulo mío”. Hemos de renunciar a todo lo que no nos deje ser libres, todo lo que nos aleje de Dios y de los hermanos

Ahora que he aprendido a vivir
sin acaparar,
sin fantasear,
sin quejarme,
sin apropiarme,
sin erudición,
sin claridades,
sin imágenes,
sin mochilas,
sin miedos,
sin pesos...

Ahora que no estoy enganchado a nada:
ni a emociones,
ni al trabajo,
ni al dinero,
ni a la casa,
ni a las ideas,
ni a la información,
ni al consumo,
ni al descanso,
ni a la familia,
ni a la iglesia...

Ahora que no deseo nada:
ni ganar,
ni adquirir,
ni poseer,
ni dominar,
ni captar,
ni tener,
ni lograr,
ni obtener,
ni alcanzar,
ni triunfar...

Ahora que mi equipaje es ligero
para las noches oscuras,
para los días largos,
para los lunes pesados,
para los martes monótonos,
para los miércoles de siempre,
para los jueves de confidencias,
para los viernes amargos,
para los sábados de soledades,
para las semanas santas,
para los Vía crucis de cada día...

Ahora,
quizá sea caminante,
peregrino,
romero
aventurero,
receptor,
sabedor,
creyente
y testigo
de tu Pascua
y resurrección.

Florentino Ulibarri

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.