martes, 9 de enero de 2018

Martes 9 de enero

Martes de la 1ª semana del t.o.

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 1, 21-28

Llegó Jesús a Cafarnaún, y cuando el sábado siguiente fue a la sinagoga a enseñar, se quedaron asombrados de su enseñanza, porque no enseñaba como los letrados, sino con autoridad.
Estaba precisamente en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo, y se puso a gritar: ¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: El Santo de Dios.
Jesús lo increpó: Cállate y sal de él.
El espíritu inmundo lo retorció y, dando un grito muy fuerte salió.
Todos se preguntaron estupefactos: ¿Qué es esto? Este enseñar con autoridad es nuevo.
Hasta a los espíritus inmundos les manda y le obedecen.
Su fama se extendió en seguida por todas partes, alcanzando la comarca entera de Galilea.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Jesús acude a la sinagoga de Cafarnaún, donde enseña. Jesús no es un letrado, ni un sacerdote que oficiaba en el Templo, ni un rabino... Él no tiene poder. Sin embargo, tiene autoridad. El poder brota del dinero, de la posición social, de la fama ganada con las armas o las tretas, por eso no genera respeto, sino miedo. Jesús produce respeto. ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

Señor, Tú hablas con autoridad,
porque has sido enviado por Dios Padre, no eres un entrometido;
porque hablas de lo que sabes, no hablas de oídas;
porque hablas con sencillez, para que te entiendan, no para demostrar lo mucho que sabes;
porque hablas con respeto, nunca con violencia;
porque haces lo que dices, vives lo que hablas;
porque tus palabras buscan nuestro bien, aunque a veces no queramos escuchar lo que me dices;
porque tus palabras reflejan la verdad, sin esconder la luz ni las sombras;
porque tus palabras descubren nuestros fallos para que los superemos, nunca para humillarnos;
porque tus palabras nos recuerdan quiénes somos y lo mucho que valemos para ti;
porque tus palabras, tu mirada, tus gestos y tu vida nos anuncian un mismo mensaje:
que nos amas con todo el corazón y que tu amor nos acompañará siempre.

Señor, ayúdame a hablar como Tú,
a vivir como Tú, a ser como Tú.

Aparece un endemoniado, posiblemente poseído por alguna enfermedad mental como la epilepsia o la esquizofrenia. Entonces Jesús realiza el primer milagro: el poder de Dios reside en Jesús, por eso cura del dominio diabólico. Su autoridad no reside sólo en las palabras, sino en los hechos. No se salvará todo el que dice «Señor, Señor», sino quien cumple la voluntad de Dios. Obras son amores y no buenas razones. La credibilidad de nuestra fe quedará acreditada ante nuestros vecinos sólo si plantamos cara al diablo que atormenta a los hombres con la fascinación consumista, el deseo de poder y aparentar y, como no, con el abandono, la falta de medicamentos, la falta de desarrollo... ¡cuántos niños obligados a trabajar desde pequeños o incluso esclavizados pedirán mañana la curación de sus enfermedades de huesos, de su hambre, de su analfabetismo, de sus heridas de guerra!

Jesús increpa al mal: «cállate». Pero por boca del profeta Isaías sigue preguntándose: «¿a quién enviaré, quién irá por mí?». Pídele al Señor que te mueva siempre a la compasión ante el dolor de cada persona, viva cerca o lejos. Alegra el corazón conmovido de Dios respondiendo: «Aquí estoy, Señor, envíame a mí».

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

lunes, 8 de enero de 2018

Lunes 8 de enero

Lunes de la 1ª semana del t. ordinario

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 1, 14-20

Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios.
Decía: Se ha cumplido el plazo, está cerca el Reino de Dios: Convertíos y creed la Buena Noticia.
Pasando junto al lago de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que eran pescadores y estaban echando el copo en el lago.
Jesús les dijo: Venid conmigo y os haré pescadores de hombres.
Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.
Un poco más adelante vio a Santiago, hijo del Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca repasando las redes.
Los llamó, dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y se marcharon con él.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Con el Evangelio de hoy comenzamos el Tiempo Ordinario, el tiempo litúrgico más largo del año (34 semanas) en el que el sacerdote celebra la Eucaristía con ornamentos verdes. Es una invitación a caminar con Cristo, a conocer su vida pública y a profundizar en su persona para mejor amarle.

Por eso, el Evangelio comienza hoy resumiendo la predicación inaugural de Jesús: «Se ha cumplido el plazo», «el Reino de Dios está cerca», «convertíos». Estas palabras se nos proclaman hoy a nosotros: en Jesús, Dios regala un tiempo de salvación para todos los que acojan su palabra (el Reino de Dios) y la pongan por obra (conversión). Hoy sabemos que el dinero no salva al mundo, sino que lo divide injustamente. También sabemos que la felicidad no nos la da el materialismo ni las palabras vacías. ¿Qué sientes en tu corazón que te ofrece Jesús? ¿Es algo nuevo? ¿Es una buena noticia para ti? Cuida su amistad con palabras de agradecimiento y permaneciendo en su amor durante toda la jornada.

En medio de nuestras ocupaciones cotidianas Jesús nos dice «sígueme». Los primeros discípulos responden generosamente y dejan las redes. Él mira hoy amorosamente nuestras vidas y nos llama. Él espera tu respuesta. Dios da una vocación a cada persona. La vocación es cómo Dios quiere hacerte feliz. Hay que responder para ser feliz. Sólo si respondes a la llamada de Jesús estarás en diálogo con Él. ¿Cómo saber lo que Dios quiere de mí? Puede que te llame a la vocación matrimonial, a la vida religiosa o sacerdotal... ahí no acaba la cosa. En la oración Dios deja un poso, ahí te dice cómo quiere que le sirvas y te provoca y da fuerzas para que respondas. En tu vida determinadas personas han sido luz y te han indicado el camino. Dios también habla en los problemas que conmueven tus entrañas: el hambre, las familias rotas, los niños abandonados, los ancianos, los transeúntes... el rostro de Jesús se manifiesta en los hermanos necesitados y te piden una respuesta. Repasa lentamente algunos de estos momentos en tu vida. ¿A dónde apuntan? ¿Qué giro le pide Dios a tu vida? Pide luz para ver y confianza para responder. Da siempre gracias.

Señor Jesús, Tú me llamas, como llamaste a Simón, Andrés, Santiago y Juan, cuando estaban trabajando en sus barcas. Y yo quiero responderte como ellos, sin excusas, sin dejarlo para mañana, con prontitud, inmediatamente. Quiero responder a tus llamadas, a las llamadas de la conciencia y del corazón, a las llamadas de los más cercanos y de los más pobres. 

Señor, tu cercanía, tu amor, tus palabras cambiaron radicalmente la vida de aquellos primeros discípulos. Ayúdame a estar cerca de ti, a acoger tu Palabra y tu amor, para que mi vida cambie, como se transforma el barro en manos del alfarero. 

Señor, Tú hiciste y haces de tus discípulos pescadores de hombres. Qué mis palabras y nuestros compromisos, nuestra alegría y nuestra esperanza anuncien a todos que Tú, Jesús, eres el Amor que siempre nos acompaña y nos salva y el Camino que nos conduce a la Felicidad más grande.

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

domingo, 7 de enero de 2018

Domingo 7 de enero

Bautismo del Señor B

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 1,  6b‑11.

En aquel tiempo proclamaba Juan:
— Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco ni agacharme para desatarle las sandalias.
Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo.
Por entonces llegó Jesús desde Nazaret de Galilea a que Juan lo bautizara en el Jordán.
Apenas salió del agua, vio rasgarse el cielo y al Espíritu bajar bacía él como una paloma. Se oyó una voz del cielo:
—Tú eres mi Hijo amado, mi preferido.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

A. Jesús no necesita el bautismo de Juan. Los dos lo saben bien. Sin embargo, Jesús se hace bautizar para cumplir lo que Dios quiere. ¿qué te dice esta actitud de Jesús? ¿qué le dices?

B. El Padre desde el cielo proclamó: "Este es mi Hijo, mi preferido". Jesús es hombre como nosotros, pero también es el Hijo, el Hijo de Dios, Dios mismo. No podemos pensar que Jesús sólo es un hombre excepcional, ejemplar.
Estas palabras también tienen que resonar en nuestro corazón. Dios Padre nos dice continuamente: "Tú eres mi hijo", "Tú también eres mi preferido", porque el  amor de Dios es tan grande que puede amarnos a todos con predilección. Escuchemos en nuestro interior estas palabras del Padre.

C. Si Dios te repite "Tú eres mi hijo" ¿cuál es tu respuesta?
     "Tú eres mi Padre, nada me puede faltar"
     "Confío en ti, Padre"
     "Dame Señor un corazón de hermano"

Gracias, Cristo, porque al nacer, te acercaste a nuestro mundo; y en tu Bautismo te haces solidario con nosotros, pecadores, para cargar con el peso de nuestras culpas, para darnos tu fuerza.

Gracias, Cristo, porque no has venido a ser servido, sino a servir, a servirme; porque no quebrarás la caña cascada ni apagarás el pábilo vacilante; porque cuentas con la fuerza de los débiles, con la riqueza de los pobres, con la bondad de los pecadores, con la sabiduría de los ignorantes, con la grandeza de los pequeños. No te sirven los que se creen fuertes, ricos, santos, sabios y grandes. Gracias por contar conmigo.

Gracias, Padre, porque en nuestro bautismo y cada vez que abrimos el corazón nos dices: Tú eres mi hija amada. Tú eres mi hijo más querido. Gracias por tu amor de Padre, por tu ternura de Madre.

Gracias, Espíritu Santo, porque transformas nuestro corazón, para que sigamos el camino del servicio, como Jesús; para instaurar un orden nuevo, un derecho nuevo, donde todos sean respetados y queridos; para que los pobres, los enfermos y todos los que sufren sientan como tu amor los libera.

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Un día apareció un hombre en el horizonte
y reavivó las ascuas de nuestra esperanza dormida.

Un día apareció un hombre que tenía magia en la voz,
calor en sus palabras y embrujo en su mensaje.

Un día apareció un hombre con la esperanza en sus gestos,
con la fuerza de su ser y con un corazón grandísimo.

Un día apareció un hombre, que hablaba cual ninguno,
invitándonos a cambiar de vida y convertirnos.

Un día vino un hombre que rompió nuestros esquemas
para hacernos soñadores, tiernos y libres.

Un día apareció un hombre tan sencillo y humilde
que nunca se consideró el centro de sus actuaciones.

Un día apareció un hombre que entabló un diálogo sincero
porque no buscaba ni ensalzarse ni engañarnos.

Un día apareció un hombre que tomó la iniciativa
y abrió una brecha en nuestra vida e historia.

Un día apareció un hombre que se acercó
a los más pobres y marginados de sus hermanos.

Un día apareció un hombre que nos invitó
a ser sus discípulos y a confiar en Dios.

Un día apareció un hombre que nos dio la capacidad
Y nos enseñó el camino para ser hijos de Dios.

Un día apareció un hombre, en su pueblo,
no pudo realizar milagros porque no había fe.

Un día apareció un hombre tan cercano y transparente
Que todo él era reflejo y presencia de Dios.

Un día viniste tú, Jesús.
Ven hoy también, Señor.

Florentino Ulibarri

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Hijo mío: tú no sabes lo que eres,
pues todavía no te reconoces obra de mi amor.
No sabes lo que eres en mí,
e ignoras las posibilidades que hay escondidas en ti.

Despierta y deja los malos sueños:
esa fijación en fracasos, fallos y frustraciones,
en cansancios, caídas y pasos en falso...
Todo eso no es tu verdadero yo.
¡Déjate amar y guiar y... ¡ya verás!

Tu colección de máscaras
y los disfraces que te pones
te pueden ocultar a los ojos de los demás
-quizás a tus propios ojos también-,
pero no pueden ocultarte a mis ojos de Padre.

Esa mirada, tu mirada, que no es clara,
y tu deseo febril, anhelante,
así como tus ambiciones, apetencias y ardores
tan queridos, tan tuyos, tan fuertes...
Todo eso no es tu verdadero yo.
Bajo todo ello, detrás de todo eso,
más allá de tus miedos y dudas,
de tus éxitos y fracasos,
de tu pasado oscuro o yermo...
yo te miro, yo te amo, yo te elijo
y abro las puertas del cielo para mostrártelo.
Tú eres un hijo a quien quiero.

¡Podría decir tantas cosas...!
No de ese tú que busca disfraces,
sino del tú que permanece en mi corazón
y que acuno como Padre/Madre en mi regazo,
del tú que puede aún manifestarse.

¡Haz visible lo que eres para mí!
Sé el sueño hecho realidad de ti mismo.
Activa las posibilidades que he puesto en ti.
No hay ningún don al que no puedas aspirar.
Llevas mi espíritu y mi sello y sangre.

Te beso, te amo, te libero, te lanzo...
Te abro a la vida y te hago dueño.
Y si todo esto es lo que yo hago,
¿qué te impide levantarte, andar y ser?
¡Estás en el mundo por tu bien y mi querer!

¡Sumérgete en la vida y bautízate!

Florentino Ulibarri

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

sábado, 6 de enero de 2018

Sábado 6 de enero

Epifanía (Santos Reyes)

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 2, 1‑12

Jesús nació en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes.
Entonces, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando:
—«¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo.»
Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó, y todo Jerusalén con él; convocó a los sumos sacerdotes y a los escribas del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías.
Ellos le contestaron:
—«En Belén de Judea, porque así lo ha escrito el profeta:
"Y tú, Belén, tierra de Judea, no eres ni mucho menos la última de las ciudades de Judea, pues de ti saldrá un jefe que será el pastor de mi pueblo Israel."»
Entonces Herodes llamó en secreto a los magos para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles:
—«Id y averiguad cuidadosamente qué hay del niño y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo.»
Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño.
Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra.
Y habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se marcharon a su tierra por otro camino.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

A. Los magos de Oriente no se conforman con su verdad, buscan algo más, dejan su seguridad y comodidad, se ponen en camino, preguntan para encontrar algo o alguien...
Es verdad que en la vida nunca encontraremos a una persona más grande que Jesucristo, pero también es cierto que Cristo es muy grande y el conocimiento y la experiencia que tenemos de él muy pequeños.
     "Señor, perdona mi conformismo que no me deja crecer"
     "Haznos buscadores de tu verdad"
     "Gracias por las personas que te buscan cada día"

B. Para encontrar a Dios, para conocerle más profundamente, tenemos que estar atentos a los signos luminosos de su presencia: en nuestros sentimientos y experiencias, en las personas, en su Palabra, en la comunidad cristiana... ¿Cómo buscas a Dios? ¿cómo lo podrías buscar mejor? ¿qué le dices?

C. Esta fiesta de Reyes se llama también Epifanía. Epifanía significa manifestación. Celebramos la manifestación de Dios a todos los pueblos, no sólo a Israel. Los magos son representantes de todos los pueblos. Dios no ha nacido para un pueblo, para un grupo, para unos pocos. Ha nacido para todos.
     "Gracias Señor por manifestarte también a mi"
     "Danos fuerza para anunciarte a todos"
     "Ensancha mi corazón y mi generosidad"

Señor, has puesto en nuestro corazón el deseo de ser felices,
la esperanza de disfrutar cada día un amor más grande,
el sueño de vivir en un mundo nuevo, en el que reine la paz.
Sólo Tú, Señor, puedes darnos esa felicidad, ese amor y esa paz.
Somos la obra de tus manos, Señor. Nos hiciste para Ti
y nuestro corazón estará inquieto hasta que no descanse en Ti.

Para encontrarte, hay que dejar comodidades, rutinas y egoísmos
y ponernos en camino, como los magos de Oriente;
hay que estar atentos para descubrir las estrellas
que brillan en nuestro corazón y nuestro mundo;
hay que tener unos ojos limpios, para reconocerte en un bebé,
en cada persona, en cada acontecimiento, en el pan que comulgamos.

Danos un corazón agradecido y generoso que sepa adorarte,
que sepa reconocer tu grandeza en el niño más pequeño y pobre
y ofrecerte con amor lo que sabemos, lo que tenemos, lo que somos.

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Señor:
En este mundo insolidario y frío
queremos buscarte.
En los barrios marginales y zonas periféricas
queremos encontrarte.
En los que esta sociedad esconde y olvida
queremos verte.
En los que no cuentan para la cultura dominante
queremos descubrirte.
En los que carecen de lo básico y necesario
queremos acogerte.
En los que pertenecen al reverso de la historia
queremos abrazarte...

En los pobres y marginados de siempre,
en los emigrantes y parados sin horizonte,
en los drogadictos y alcohólicos sin presente,
en las mujeres maltratadas,
en los ancianos abandonados,
en los niños indefensos,
en la gente estrellada,
en todos los heridos
y abandonados al borde del camino
queremos buscarte,
encontrarte,
verte,
descubrirte,
acogerte,
abrazarte.

Florentino Ulibarri

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En Navidad,
buscar es mi oficio;
encontrar, tu regalo gratuito;
y compartir, el desafío abierto
que tengo todos los días
que sueño,
vivo
y gozo
las buenas nuevas
que nacen en tu regazo
y dejas en mis manos.

Y cuando no es Navidad
por el tiempo,
el clima,
los sentimientos
o los hechos...
¡lo mismo!

Florentino Ulibarri


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

viernes, 5 de enero de 2018

Viernes 5 de enero

5 de enero

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 1, 43‑51

En aquel tiempo, determinó Jesús salir para Galilea; encuentra a Felipe y le dice:
—«Sígueme.»
Felipe era de Betsaida, ciudad de Andrés y de Pedro. Felipe encuentra a Natanael y le dice:
—«Aquel de quien escribieron Moisés en la Ley y los profetas, lo hemos encontrado: Jesús, hijo de José, de Nazaret.»
Natanael le replicó:
—«¿De Nazaret puede salir algo bueno?»
Felipe le contestó:
—«Ven y verás.»
Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él:
—«Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño.»
Natanael le contesta:
—«¿De qué me conoces?»
Jesús le responde:
—«Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.»
Natanael respondió:
—«Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel.»
Jesús le contestó:
—«¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores.»
Y le añadió:
—«Yo os aseguro: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.»

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

A. Jesús llama, llama a cada uno por su nombre. Para él no somos un número, ni una persona más del montón. Nos conoce a cada uno y llama personalmente. Llama para que le sigamos. Y espera una respuesta. ¿Cuando descubriste por primera vez que Él te llamaba? ¿qué sentiste? ¿qué sientes ahora? ¿cómo le respondes? ¿qué le dices?

B. "¿De Nazaret puede salir algo bueno?" ¡Cuidado con los prejuicios! Natanael está a punto de cerrarse a Jesús porque era de Nazaret. Aunque nos parezca imposible, todos tenemos  prejuicios negativos (más o menos) a los que son distintos (por procedencia, ideas, religión, raza...)
     "Danos Señor un corazón abierto"
     "Perdona y cura nuestros prejuicios"
     "Gracias por las personas de corazón limpio"

C. "Has de ver cosas mayores". Nos asombramos ante la inteligencia de algunas personas, ante los progresos de la ciencia, ante espectáculos novedosos... Pero a veces nos pasan desapercibidas las obras maravillosas de Dios. Ya no nos sorprende ser hijos de Dios, no nos llama la atención que Dios sostenga nuestra vida en cada momento, nos deja fríos pensar que algún día veremos a Dios cara a cara...
     "Abre nuestro corazones para que reconozcamos tus maravillas"
     "Gracias Señor por todo lo que haces por nosotros"

D. En la Víspera de la festividad de Epifanía, pedimos a Dios que nos ayude a descubrir sus huellas, las estrellas que nos conducen a Dios, a la felicidad más grande para nosotros y para los demás

¿Cuál será la huella
que me lleve hasta tu encuentro?
No quiero vivir errante y vacío
quedándome sólo en tus huellas.

¿Se llamará salud, o enfermedad?
¿Se presentará con el rostro del éxito
o con el cansancio golpeado del fracaso?
¿Será seca como el desierto
o rebosante de vida como el oasis?
¿Brillará con la transparencia del místico
o se apagará en el despojo del oprimido?
¿Caerá sobre mí como golpe de látigo
o se acercará como caricia de ternura?
¿Brotará en comunión con un pueblo festivo
o en mi indecible soledad original?
¿Será la historia brillante de los libros
o el revés oprimido de la trama?

No importa cuál sea el camino
que me conduzca hasta tu encuentro.
No quiero apoderarme de tus huellas
cuando son reflejo fascinante de tu gloria,
ni quiero evadirlas fugitivo
cuando son golpe y angustia.

No importa lo que tarde en abrirse
el misterio que te esconde,
y toda huella tuya me anuncia.
Todo mi viaje llega
al silencio y a la espera
de mi “no saber” más hondo.
Pero “yo sé” que ya estoy en ti
cuando aguardo ante tu puerta.

Benjamín González Buelta.


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

jueves, 4 de enero de 2018

Jueves 4 de enero

4 de enero

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 1, 35‑42

En aquel tiempo, estaba Juan con dos de sus discípulos y, fijándose en Jesús que pasaba, dice:
—«Este es el Cordero de Dios.»
Los dos discípulos oyeron sus palabras y siguieron a Jesús. Jesús se volvió y, al ver que lo segarían, les pregunta:
—«¿Que buscáis?»
Ellos le contestaron:
—«Rabí (que significa Maestro), ¿dónde vives?»
El les dijo:
—«Venid y lo veréis.»
Entonces fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con el aquel día; serían las cuatro de la tarde.
Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús; encuentra primero a su hermano Simón y le dice: —«Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo)» Y lo llevó a Jesús. Jesús se le quedo mirando y le dijo:
—«Tu eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas (que se traduce Pedro)»

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

A. Los discípulos de Juan siguen a Jesús, porque el propio Juan les indica el camino. Simón sigue a Jesús por la invitación de su hermano Andrés. Dice el Evangelio: “lo llevo a Jesús”.
“Gracias, Señor, por todas las personas que me han acercado a ti”
“A veces quiero que me sigan e impido que te sigan. Perdóname, Señor”
“Dame Señor arrojo y tino para anunciar que Tú eres el camino”

B. ¿Qué buscáis? ¿Qué buscas? ¿Dónde buscas tu felicidad? ¿Dónde crees que la vas a encontrar? ¿Vas por el camino acertado? ¿Buscas tu felicidad en Dios, en el Evangelio? ¿Qué le dices a Jesús?

C. Venid y lo veréis. Jesús no responde a los discípulos de Juan con un gran discurso. Los invita a vivir una experiencia. ¿Conocemos a Jesús de oídas o hemos hecho la experiencia de estar con Jesús? ¿A qué experiencias podemos invitar a las personas que buscan el sentido de su vida? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

Tú nos invitas a ponernos en camino,
a salir de nuestras casas (situaciones, miserias, enfermedades, dolencias)
y a recorrer un itinerario de fe,
un camino en el que los que te sigan
irán descubriendo y respondiendo
a la pregunta por tu identidad.

La gente pregunta quién eres
y tú respondes “venid y lo veréis”,
“llamad y se os abrirá”,
“amad por encima de todo”,
“perdonad hasta setenta veces siete”,
“construid vuestra casa sobre la roca”,
“sembrad con perseverancia y sed pacientes”…
…porque tú nos quieres en camino, en movimiento, en acción
y en este no parar te nos descubres tal cuál eres.

Dame la oportunidad de acercarme a ti,
de preguntarte quién eres
y de conocer la respuesta
en el seguimiento fiel a tu persona y a tu proyecto,
a tu evangelio y a la misión. Así sea.


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

miércoles, 3 de enero de 2018

Miércoles 3 de enero

3 de enero

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 1, 29‑34

Al día siguiente, al ver Juan a Jesús que venía hacia él, exclamó:
—«Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Éste es aquel de quien yo dije: "Tras de mí viene un hombre que está por delante de mí, porque existía antes que yo." Yo no lo conocía, pero he salido a bautizar con agua, para que sea manifestado a Israel.»
Y Juan dio testimonio diciendo:
—«He contemplado al Espíritu que bajaba del cielo como una paloma, y se posó sobre él.
Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me c dijo:
"Aquél sobre quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre él, ése es el que ha de bautizar con Espíritu Santo."
Y yo lo he visto, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios.»

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

A. Juan huye del protagonismo. Aunque intenten ponerlo en el centro, él se coloca a un lado. Juan desaparece del primer plano de la escena y deja paso a Jesús. En cambio, en muchas ocasiones buscamos el protagonismo, queremos ser el centro del grupo donde estamos. ¿Qué te dice Dios a través de esta actitud de Juan? ¿Qué le dices?

B. Juan da testimonio de Cristo, anuncia que él es el Mesías, el único que puede salvar. También nosotros estamos llamados a dar testimonio de Jesús. Y para dar testimonio de Jesús hay que dejarse salvar por él. Si no te sientes salvado por Jesús ¿cómo vas a anunciar que él es el Salvador? Si no intentas escuchar y seguir su enseñanzas ¿cómo vas a anunciar que él es la verdad y el camino de la vida?
     "Gracias Señor porque tu amor me salva"
     "Hazme sentir la alegría de ser salvado por ti"

C. Juan relaciona directamente a Jesús con el Espíritu: Jesús bautizará con Espíritu y el Espíritu desciende sobre Jesús. El Espíritu es la fuerza más profunda de Jesús. Y tendría que ser la fuerza que moviera nuestra vida. Tendríamos que aprender de los pájaros que normalmente buscan las corrientes de aire que les impulsen, para poder avanzar más rápido y con menos esfuerzo. Tendríamos que descubrir por donde sopla el viento del Espíritu y dejarnos mover y conducir por él.
     "Espíritu Santo, penetra en mi corazón"
     "Conduce mi vida por tu camino"

Dicen por ahí 
que si hay Dios está lejos 
que el amor no funciona, 
que la paz es un sueño 
que la guerra es eterna, 
y que el fuerte es el dueño
que silencia al cobarde
y domina al pequeño. Pero un ángel ha dicho 
que está cerca de mi 
quien cambia todo esto, 
tan frágil y tan grande, 
tan débil y tan nuestro.

Dicen que está en las calles, 
que hay que reconocerlo
en esta misma carne, 
desnudo como un verso, 
que quien llega a encontrarlo 
ve desvanecerse el miedo, 
ve que se secan las lagrimas 
ve nueva vida en lo yermo. 
Dicen por ahí 
que si hay Dios esta lejos, 
pero tu y yo sabemos, 
que está cerca, en tu hermano, 
… y esta en ti, muy adentro

José María R. Olaizola sj.

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.