domingo, 31 de marzo de 2019

Domingo 31 de marzo

Domingo de la 4ª semana de Cuaresma C

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 15, 1-3. 11-32

En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos y los escribas murmuraban entre ellos: "Ése acoge a los pecadores y come con ellos."
Jesús les dijo esta parábola: "Un hombre tenía dos hijos; el menor de ellos dijo a su padre: "Padre, dame la parte que me toca de la fortuna."
El padre les repartió los bienes.
No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, emigró a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente.
Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad.
Fue entonces y tanto le insistió a un habitante de aquel país que lo mandó a sus campos a guardar cerdos. Le entraban ganas de llenarse el estómago de las algarrobas que comían los cerdos; y nadie le daba de comer.
Recapacitando entonces, se dijo: "Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros."
Se puso en camino adonde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió; y, echando a correr, se le echó al cuello y se puso a besarlo.
Su hijo le dijo: "Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo. "
Pero el padre dijo a sus criados: "Sacad en seguida el mejor traje y vestidlo; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y matadlo; celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado."
Y empezaron el banquete.
Su hijo mayor estaba en el campo.
Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y el baile, y llamando a uno de los mozos, le preguntó qué pasaba.
Éste le contesto: "Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha matado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud."
Él se indignó y se negaba a entrar; pero su padre salió e intentaba persuadirlo.
Y él replicó a su padre: "Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; y cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado."
El padre le dijo: "Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo: deberías alegrarte, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado."

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

El drama más grande de una persona es vivir lejos de Dios. Lejos del Padre estaba el hijo pequeño. Y quizá más lejos todavía estaba el corazón del mayor, aunque viviera en la casa.
Lejos de Dios estamos cuando vivimos encerrados en nosotros mismos, en nuestro egoísmo; cuando no rezamos o rezamos sin confianza, sin disponibilidad, sin amor; cuando hacemos mal y cuando cumplimos nuestra obligación como si fuera un castigo; cuando no participamos en la comunidad cristiana o cuando lo hacemos con desgana...
    En esta cuaresma ¿cómo vamos a volver al Padre y a su casa (la comunidad)? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

Cada mañana me regalas una parte de tu herencia
y pones en mis manos la libertad más grande,
aunque pueda alejarme de ti.

Cada mañana sales al balcón
y vigilas el horizonte
para ver si vuelvo.

Cada mañana bajas saltando las escaleras
y echas a correr por el campo
cuando me adivinas a lo lejos.

Cada mañana me cortas la palabra,
te abalanzas sobre mí
y me rodeas con un abrazo redondo
el cuerpo entero.

Cada mañana organizas una fiesta por mí
y por cada hermano que vuelve a tu Casa,
porque tu alegría es más grande que tu corazón.

Cada mañana me dices al oído
con voz de primavera:
hoy puedes empezar de nuevo.


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

sábado, 30 de marzo de 2019

Sábado 30 de marzo

Sábado de la 3ª semana de Cuaresma

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 18,9-14

En aquel tiempo, a algunos que, teniéndose por justos, se sentían seguros de sí mismos y despreciaban a los demás, dijo Jesús esta parábola: "Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, un publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: "¡Oh Dios!, te doy gracias, porque no soy como los demás: ladrones, injustos, adúlteros; ni como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo." El publicano, en cambio, se quedó atrás y no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo; sólo se golpeaba el pecho, diciendo: "¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador." Os digo que éste bajó a su casa justificado, y aquél no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido."

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

En Cuaresma no sólo estamos llamados a rezar más, estamos llamados a rezar mejor. A veces no rezamos bien, rezamos subidos en la prepotencia, en el orgullo, en la autosuficiencia, en el desprecio a los demás.
Al leer este Evangelio, podemos caer en la tentación de creer que nosotros no rezamos así. No vayamos tan deprisa. Rezamos como vivimos, y ¿quién está libre del orgullo?
La sencilla oración del publicano nos ayuda a vivir y a rezar bajando a la verdad, a la humildad, a la pobreza y a la sencillez.
    ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

Señor, delante de ti yo quiero ser sólo un pobre, quiero despojarme, Señor, de mis pretensiones y vanidades; también, Señor, quiero traspasar mi propia culpa y entrar a tu casa desnudo, meterme en tu corazón como un niño.

Quiero mirarte a los ojos suplicándote confiadamente. Quiero, Señor, y deseo apoyarme sólo en tu amor, descansar en tu amor y llenarme de la alegría de haber hallado tu amor. Tu amor es la casa que me tienes preparada; he sentido tu invitación y entro en ella sin que me avergüence mi pecado; sólo deseo habitar en tu casa todos los días de mi vida.

Tú nunca me vas a echar, sólo me pides que crea en tu amor, que me atreva a vivir en tu amor, Que nunca me falten la humildad y la confianza de los niños; para que el orgullo y los desengaños nunca me separen de ti y pueda amarte con todo el corazón y compartir tu amor con los más pequeños. Amén.

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Te doy gracias Señor,
porque soy como los demás hombres.

Intento estar seguro de mí
ante tu ausencia,
cuadro mi contabilidad
para no ser sorprendido
al final de la jornada.

Me comparo con los otros
y miro desde arriba
a los que juzgo pecadores,
y en la comparación, no en ti,
he puesto mi seguridad.

También yo tengo elaboradas
condenas de moda,
publicamos al servicio
de los que imponen su imperio,
pero escondo en la ambigüedad
mis pecados de siempre,
radicales trampas contigo,
abismales cortes con el otro.

También yo tengo mis seguros
de ahorros y diezmos,
pequeñas monedas al contado
con las que pretendo negociar
la falta de entrega a tu misterio.

También yo salgo satisfecho
de oírme a mí mismo
de pie en el centro del templo.
Como los demás hombres,
ya puedo abrirme a tu perdón
dándome golpes de pecho
al lado del publicano.

Benjamín González Buelta, sj


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

viernes, 29 de marzo de 2019

Viernes 29 de marzo

Viernes de la 3ª semana de Cuaresma

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 12,28b‑34

En aquel tiempo, un escriba se acercó a Jesús y le preguntó:
—«¿Qué mandamiento es el primero de todos?»
Respondió Jesús:
—«El primero es: "Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amaras al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser." El segundo es éste: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo." No hay mandamiento mayor que éstos.»
El escriba replicó:
—«Muy bien, Maestro, tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios.» Jesús, viendo que habla respondido sensatamente, le dijo: —«No estás lejos del reino de Dios.» Y nadie se abrevió a hacerle más preguntas.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Para responder a la pregunta de aquel escriba, Jesús une dos textos perdidos en el mar de leyes del Antiguo Testamento. Toma primero unas palabras del Deuteronomio 6,4-5: “Amarás a Dios tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser”. Y a continuación une un fragmento de Levítico 19,18: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.

Para Jesús amar a Dios, amar al prójimo y amarse a uno mismo no es incompatible. Todo lo contrario. El amor es indivisible: cuando amamos a Dios sobre todas las cosas, amamos mejor a los hermanos y a nosotros mismos. Y, por supuesto, cuando amamos a los hermanos, crece nuestra capacidad de amar a Dios.

Dice Benedicto XVI: Amor a Dios y amor al prójimo son inseparables, son un único mandamiento. Pero ambos viven del amor que viene de Dios, que nos ha amado primero.

Padre, ¿cómo te podemos amar sin haberte visto jamás?
¿Cómo amarte más que a nada y más que a nadie?
¿No pides demasiado, Señor?

Sólo podremos amarte así, cuando descubrimos tu amor,
Tú nos has amado primero y sigues amándonos primero;
por eso, nosotros podemos corresponder también con el amor.
No nos amas porque te amamos y nos entregamos a Ti.
Te amamos, porque antes Tú nos has amado hasta el extremo.
Gracias, Padre, por ese amor tuyo, gratuito y fiel,
que hace posible nuestro amor a Ti y al prójimo.
Ayúdanos a reconocer y agradecer tu amor,
en los pobres y en las personas,
en tu Palabra, en los Sacramentos,
en la oración y en la comunidad viva de los creyentes,
en todo momento de nuestra vida cotidiana.

Señor Jesús, ayúdanos a mirar con amor a las personas,
a amigos y enemigos, a paisanos y extranjeros.
Ayúdanos a entregarme a todos, contigo y como Tú.
Que nunca olvide que Tú estás presente
en los hambrientos y sedientos, los forasteros,
los desnudos, enfermos o encarcelados;
y que cada vez que amo y ayudo a uno de estos hermanos,
te amo y te ayudo a ti.
Gracias, porque cada vez que amo y sirvo a las personas
se abren más mis ojos para reconocer
lo que Tú haces por mí y lo mucho que me amas.

Oración inspirada en Deus Caritas Est.


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

jueves, 28 de marzo de 2019

Jueves 28 de marzo

Jueves de la 3ª semana de Cuaresma

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 11,14-23

En aquel tiempo, Jesús estaba echando un demonio que era mudo y, apenas salió el demonio, habló el mudo. La multitud se quedó admirada, pero algunos de ellos dijeron: "Si echa los demonios es por arte de Belzebú, el príncipe de los demonios."
Otros, para ponerlo a prueba, le pedían un signo en el cielo. Él, leyendo sus pensamientos, les dijo: "Todo reino en guerra civil va a la ruina y se derrumba casa tras casa. Si también Satanás está en guerra civil, ¿cómo mantendrá su reino? Vosotros decís que yo echo los demonios con el poder de Belzebú; y, si yo echo los demonios con el poder de Belzebú, vuestros hijos, ¿por arte de quién los echan? Por eso, ellos mismos serán vuestros jueces. Pero, si yo echo los demonios con el dedo de Dios, entonces es que el reino de Dios ha llegado a vosotros. Cuando un hombre fuerte y bien armado guarda su palacio, sus bienes están seguros. Pero, si otro más fuerte lo asalta y lo vence, le quita las armas de que se fiaba y reparte el botín. El que no está conmigo está contra mí; el que no recoge conmigo desparrama."

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Cuando no se quiere a una persona, no se cambia de opinión ni siquiera cuando cura a un endemoniado. Es el caso de Jesús.
Todos hemos sufrido en alguna ocasión esta circunstancia. ¡Cómo duele! Conociendo un poco a Jesús, podemos imaginar que le dolería más la dureza de corazón de sus compatriotas que el rechazo que él sufre.
“Señor, gracias por entregar tu vida por los que te rechazamos”
“Danos fuerza para entregarnos por los que nos rechazan”
“Perdona y cura nuestra dureza de corazón”

El Reino de Dios ha llegado a nosotros: Hoy Jesús sigue curando ciegos, cojos, mudos y toda clase de enfermos, del cuerpo y del alma. ¿No lo notáis?
“Danos ojos para ver,
corazón para agradecer
    y voluntad para colaborar contigo”

Señor: Tú llegas a nuestro mundo y nos invitas a abrir la puerta de nuestro corazón a todas las personas.

Ya nos dijiste que eres Tú quien viene cuando alguien llama a nuestra puerta.

Tu palabra es ésta: “He aquí que estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, Yo entrará y cenaré con él y él conmigo”.

Señor: que sepamos escuchar tu voz, esa voz que nos llega por nuestros hermanos.

Que abramos la puerta para acogerte a Ti, y en Ti a todas las personas.
 

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Tú, Dios de amor y vida,
no dejas de llamamos,
a cualquier hora y en cualquier lugar,
a una vida plena y feliz.

Tú, Dios de bondad y misericordia,
no abandonas a tus hijos e hijas
aunque hayamos quebrantado tu alianza,
y nos ofreces siempre tu perdón y abrazo de Padre.

Tú, Dios fiel y lleno de ternura,
te haces presente en medio de tu pueblo
para devolverle la alegría, curarle la tristeza,
y abrirle un horizonte de esperanza.

Tú, Dios Padre bueno,
nos das este tiempo para que nos convirtamos
y, creyendo en tu Hijo Jesús, podamos
conocer, gustar y vivir el Evangelio
como buena noticia, ya, en esta tierra,
mientras caminamos hacia tu Reino.

Nosotros, ahora, llenos de alegría,
te alabamos con nuestras torpes palabras.
Pero Tú bien sabes que ellas contienen
lo mejor que hay en nosotros.
¡Gloria y alabanza a Ti
que nos despiertas y recreas cada día!


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

miércoles, 27 de marzo de 2019

Miércoles 27 de marzo

Miércoles de la 3ª semana de Cuaresma

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 5,17-19

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "No creáis que he venido a abolir la Ley y los profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud. Os aseguro que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la Ley. El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes, y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos. Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos."

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Jesús en ocasiones no cumple algunos aspectos de la ley. Y es criticado por ello. Eso no significa que la ley sea para él inútil. El Evangelio de hoy nos lo dice. Jesús no ha venido a tirar a la basura la ley, sino a perfeccionarla.
Es curiosa la actitud de Jesús. A veces se salta la ley, sobre todo cuando tiene que beneficiar a personas. Y en otras ocasiones en mucho más exigente que la ley. Nos enseña así a valorar la ley, las leyes. Ni hay que absolutizarlas, ni hay que  ridiculizarlas. El amor es la clave para entender cualquier ley.
Otra cosa importante: cuando hacemos alguna cosa mal, al principio nos duele, después nos acostumbramos, más tarde lo justificamos, a continuación lo enseñamos así a los hombres y, si nos descuidamos, criticamos a los que hacen lo correcto.
¿Qué te dice el Señor con este Evangelio? ¿Qué le dices?

“Señor, ayúdanos a amar por encima de cualquier ley”
“Danos tu Espíritu para ser fiel a tu ley”
    “Perdona nuestras infidelidades y malos ejemplos”

Hay palabras que esclavizan y palabras que liberan...

Tu Palabra alimenta
No te lo decimos, Señor, de oídas
Nosotros hemos comido, nos hemos bebido tus palabras
y nos han sabido a miel, bien sabrosas.

Te damos gracias, Señor, porque no nos falta tu Palabra
Andamos escasos de pan, pero por lo menos te tenemos a ti.
Tu Palabra nos fortalece para buscar el pan,
el pan nuestro, el pan de los pobres, el pan de todos:
el pan de trigo, el pan del amor, el pan de la fe.
Tu palabra nos da fuerza para no desmayar en el camino,
para luchar por la vida, por la justicia, por la paz.

Hemos experimentado que tu palabra da vida,
nos recuerda que somos tus hijos queridos,
que en tu casa y en tu corazón hay un hueco para cada uno
y que tu amor es más poderoso que nuestros errores.
Tu palabra nos anima a vivir como auténticos hermanos,
y da un contento que contagia a todo el cuerpo.

Tu Palabra no es una droga que nos saca de este mundo,
no nos da un bienestar momentáneo que pronto se esfuma.
Al contrario, tu Palabra nos desnuda y nos trae a la verdad
Tu Palabra nos obliga a mirar lo que no queremos ver:
a descubrir nuestra verdad y la verdad de nuestra sociedad.

Tu Palabra, Señor, transforma nuestros pensamientos,
purifica nuestros sentimientos, cambia la vida entera.
Si la aceptamos, si aceptamos la conversión que nos propone
sentimos luego que ella nos da vida verdadera,
esa que el mundo no puede dar ni quitar

Señor, que no nos falte tu Palabra
y que cada día respondamos a ella un poco más
Te lo pedimos por tu Palabra,
Jesús, nuestro Señor. Amén

Salmos de vida y felicidad  (adaptación)

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Salmo 118:

Dichoso el que, con vida intachable,
camina en la voluntad del Señor;
dichoso el que, guardando sus preceptos,
lo busca de todo corazón;
el que, sin cometer iniquidad,
anda por sus senderos.

Te alabaré con sincero corazón
cuando aprenda tus justos mandamientos.
Quiero guardar tus leyes exactamente,
tú, no me abandones.

¿Cómo podrá un joven andar honestamente?
Cumpliendo tus palabras.
Te invoco de todo corazón:
respóndeme, Señor, y guardaré tus leyes;
a ti grito: sálvame, y cumpliré tus decretos;
me adelanto a la aurora pidiendo auxilio,
esperando tus palabras.

Mis ojos se adelantan a las vigilias,
meditando tu promesa;
escucha mi voz por tu misericordia,
con tus mandamientos dame vida;
ya se acercan mis inicuos perseguidores,
están lejos de tu voluntad.

Tú, Señor, estás cerca,
y todos tus mandatos son estables;
hace tiempo comprendí que tus preceptos
los fundaste para siempre.

Gloria al Padre y al Hijo
y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

martes, 26 de marzo de 2019

Martes 26 de marzo

Martes de la 3ª semana de Cuaresma

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 18,21-35

En aquel tiempo, se adelantó Pedro y preguntó a Jesús: "Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces le tengo que perdonar? ¿Hasta siete veces?"
Jesús le contesta: "No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Y a propósito de esto, el reino de los cielos se parece a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus empleados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así. El empleado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo: "Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré todo." El señor tuvo lástima de aquel empleado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda.
Pero, al salir, el empleado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba, diciendo: "Págame lo que me debes." El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba, diciendo: "Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré." Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía. Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo: "¡Siervo malvado! Toda aquella
deuda te la perdoné porque me lo pediste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?" Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda. Lo mismo hará con vosotros mi Padre del cielo, si cada cual no perdona de corazón a su hermano."

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Hemos de perdonar setenta veces siete, porque Dios nos perdona setenta veces setenta:

Señor:
Somos un poco de todo y de nada.

Somos hermanos y extraños,
hijos y siervos,
deudores y prepotentes,
compañeros y enemigos de camino,
solidarios pero también indiferentes,
ciudadanos e indefensos,
cómplices y demasiado pacientes.
Somos un poco de todo y de nada.

Somos intento de diálogo y palabra vacía,
huella y piedra de tropiezo,
memoria y olvido,
protesta y enigma,
prestamistas y eternos deudores,
suplicantes de tu perdón y yermos para concederlo,
indefensos creadores de murallas.
Somos un poco de todo y de nada.

Somos audaces y cuitados,
víctimas y verdugos de nosotros mismos,
a veces soñadores, otras rastreros,
firmes y volubles,
lloricas empedernidos y de corazón duro,
tramposos y jueces de nuestros hermanos,
llenos de agujeros e impermeables.
Somos un poco de todo y de nada.

Señor, somos y no somos.
Estamos confundidos.
Somos mártires de nada.
Somos claroscuros.
Somos pecadores conscientes.
Perdónanos y acrisólanos
aunque necesites
setenta veces siete
repetirte.

Florentino Ulibarri


Jesús no habla sólo de perdonar, habla de perdonar de corazón. Y no sólo en una ocasión. Si difícil es perdonar, más difícil es perdonar al que ya nos ha ofendido otras veces. Tanto uno como otro son dones de Dios, que tenemos que pedir, sobre todo en los casos más difíciles, más dolorosos.

Hemos de perdonar y de perdonarnos setenta veces siete… y seguir adelante. Dios cuenta con nuestra pobreza:

Seguiremos caminando,
más allá de fracasos y golpes.
Seguiremos amando,
venciendo a soledades y deserciones.
Seguirá la historia,
la memoria poblada y la espera impaciente
de lo que ha de llegar.
Uniremos los pedazos
dispersos, los fragmentos de sueños,
estrecharemos brazos heridos.
Setenta veces siete alzaremos los ojos
y retomaremos la ruta.

Con otros,
 igual de frágiles,
 igual de fuertes,
 igual de humanos,
haremos surcos
en la tierra fértil
para seguir sembrando
un evangelio de carne y hueso
regado con los anhelos más hondos,
y crecerá, imparable, la vida.

José Mª Rodríguez Olaizola, sj


        Por último, una recomendación: se acerca la Pascua, y sería bueno que fuéramos preparando la celebración del sacramento del perdón, para morir al pecado y renacer a la vida nueva. Una buena preparación nos conducirá a una celebración gozosa, de reconciliación con Dios y con los hermanos.

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

lunes, 25 de marzo de 2019

Lunes 25 de marzo

Solemnidad de la Encarnación del Señor

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 1,26-38

A los seis meses, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: "Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo." Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo: "No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin." Y María dijo al ángel: "¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?" El ángel le contestó: "El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible." María contestó: "Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra." Y la dejó el ángel.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

La solemnidad de la Anunciación nos invita a meditar una vez más este pasaje del Evangelio, a llenarnos de alegría con la Buena Noticia de Gabriel.

Dios no nos abandona, no se olvida de nosotros, viene a salvarnos, se encarna, se hace persona humana para que seamos y vivamos como hijos suyos.

Dios no nos salva sin contar con nosotros, con un gesto lejano y frío, sino que se acerca a nuestra realidad hasta asumirla, y esto lo hace contando con nuestra colaboración.

La sencillez, la humildad y la confianza de María, son las actitudes con las que debemos acoger al Dios que se nos acerca, hoy le pedimos que nos enseñe a decir como ella: Aquí está la esclava del Señor, que se cumpla lo que dices.

Vivir
es dejar que la Palabra se haga cuerpo
en nuestro cuerpo humano,
cuerpo de carne y sangre
con espíritu bíblico
y aliento solidario.

Y para ello
se necesita paciencia y tiempo,
cántaros de esperanza compartida
y dejar que la semilla crezca sola
en nuestras entrañas humanas
aunque no sepamos cómo.

Vivir
es gestar en paz y con cuidado al esperado,
que siempre es nuestro hermano,
que viene ilusionado a su casa,
sin ánimo de destronarnos
y sí de enriquecernos y alegrarnos.

Pero para ello
hay que estar embarazados
o dejar al Espíritu que repose,
como él quiera, en nuestro regazo;
y ponerse de parto
para que la Palabra acampe entre nosotros.

Vivir es...
¡Ya estoy, Señor, dándote cuerpo!

Florentino Ulibarri

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A mi medida.
¡Tan débil como yo,
tan pobre y solo!
Tan cansado, Señor, y tan dolido
del dolor de los hombres!
Tan hambriento del querer de tu Padre (Jn 4,34)
y tan sediento, Señor, de que te beban... (Jn 7,37)

Tu, que eres la fuerza y la verdad,
la vida y el camino;
y hablas el lenguaje de todo lo que existe,           
de todos lo que somos.

Sacias la sed, la nuestra y la del campo,
sentado junto al pozo de los hombres.
Arrimas tu hombro cansado a mi cansancio
y me alargas la mano cuando la fe vacila
y siento que me hundo.

Tu, que aprendes lo que sabes,
y aprendes a llorar y a reir como nosotros

Tu, Dios, Tu, hombre,
Tu, mujer, Tu, anciano,
Tu, niño y joven,
Tu, siervo voluntario,
siervo último
siervo de todos...
Tu, nuestro.
Tu, nosotros!

Ignacio Iglesias

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

domingo, 24 de marzo de 2019

Domingo 24 de marzo

Domingo de la 3ª semana de Cuaresma C

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
 San Lucas 13, 1-9

En una ocasión, se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos cuya sangre vertió Pilato con la de los sacrificios que ofrecían. Jesús contestó:
-"¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos, porque acabaron así? Os digo que no; y, si no os convertís,
todos pereceréis lo mismo. Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera."
Y les dijo esta parábola: "Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró.
Dijo entonces al viñador: "Ya ves: tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a ocupar terreno en balde?
Pero el viñador contestó: "Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, la cortas"."

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Jesús no se cansa de hablar de la bondad de Dios: es como un Padre misericordioso, es como un viñador que cuida también la higuera sin frutos, como el pastor que busca a las ovejas perdidas...
“Señor, gracias por manifestarnos tu bondad”
“Penetra haznos experimentar cada día la grandeza de tu amor”

Pero tampoco nos engaña. Habla claro. Nos advierte. Podemos perder la vida si no acogemos su salvación, si no damos frutos, si lo rechazamos, si vivimos de espaldas al hermano, si dejamos la conversión para mañana... Muchas veces vivimos como si esta posibilidad no existiera. ¿Eres consciente? ¿Qué le dices a Dios?

    Una última reflexión. A veces hasta los cristianos pensamos que los accidentes y las enfermedades son un castigo de Dios por nuestros pecados. No es cierto. Jesús lo ha dejado claro: ¿pensáis que los que fueron aplastados eran más culpables que el resto? Os digo que no.

Señor, líbranos de los agobios, prisas e impaciencias.
Querríamos alcanzar nuestras metas ya.
Nos gustaría quitar nuestros defectos de un día para otro.
Deseamos que los demás aprendan y cambien rápidamente.

En cambio, Tú, Señor, sabes que somos barro
y tienes una inmensa paciencia con todos:
con los que te conocemos y con los que te niegan,
con los que hacemos daño a los demás
y con los que se conforman con no hacer mal a nadie;
con los que retroceden y con los que se paran.
Nos invitas a avanzar hacia adelante,
pero no nos atropellas con amenazas y prisas.

Señor, dame paciencia conmigo mismo,
para que no me hundan mis limitaciones y pecados
y me ayuden a crecer en humildad y confianza en ti.

Dame paciencia para con los demás,
para que sepa aceptarlos y amarlos como son
para motivarles a crecer siempre.

Dame paciencia en mis trabajos y compromisos,
para que siembre con constancia y esperanza
sabiendo que toda semilla da fruto,
antes o después, de una manera u otra.
Amén.

----------------------

Yo doy tan poco fruto,
y tú no desesperas.
Parezco viña estéril,
incapaz de producir
una buena cosecha
de verdades y justicia,
de humildad y amores,
de compasión y reposo.

Pero tú no abandonas,
y sigues cuidando esta parcela
con el sol de tu palabra
y tu lluvia de agua viva.
Con sabiduría riegas
este campo sediento.
Remueves la tierra,
podas los sarmientos,
adivinas los brotes donde, un día,
habrá fruto.

No desistas, viñador.
Llegará un día
en que todo estará
como soñaste.

José Mª Rodríguez Olaizola, sj


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

sábado, 23 de marzo de 2019

Sábado 23 de marzo

Sábado de la 2ª semana de Cuaresma

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
Lucas 15,1-3.11-32

En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús todos los publicanos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos y los escribas murmuraban entre ellos: "Ése acoge a los pecadores y come con ellos."

Jesús les dijo esta parábola: "Un hombre tenía dos hijos; el menor de ellos dijo a su padre: "Padre, dame la parte que me toca de la fortuna." El padre les repartió los bienes. No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, emigró a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente. Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad. Fue entonces y tanto le insistió a un habitante de aquel país que lo mandó a sus campos a guardar cerdos. Le entraban ganas de saciarse de las algarrobas que comían los cerdos; y nadie le daba de comer.
Recapacitando entonces, se dijo: "Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros."
Se puso en camino adonde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió; y, echando a correr, se le echó al cuello y se puso a besarlo. Su hijo le dijo: "Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo." Pero el padre dijo a sus criados: "Sacad en seguida el mejor traje y vestidlo; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y matadlo; celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado." Y empezaron el banquete.
Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y el baile, y llamando a uno de los mozos, le preguntó qué pasaba. Éste le contestó: "Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha matado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud." Él se indignó y se negaba a entrar; pero su padre salió e intentaba persuadirlo. Y él replicó a su padre: "Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; y cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado." El padre le dijo: "Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo: deberías alegrarte, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado."

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Somos muy parecidos al hijo mayor: creemos que somos los mejores, el orgullo cerca nuestro corazón, trabajamos para que Dios nos ame, no nos damos cuenta de que todo lo suyo es nuestro, nos indigna el pecado del hermano y la bondad de Dios.

A veces somos como el hijo pequeño: exigimos lo que no nos corresponde, nos cansamos de lo bueno, nos alejamos de Dios, de nuestra familia, de la Iglesia, despilfarramos lo que no hemos ganado, somos infelices...

Pero la historia no acaba aquí: pensamos, volvemos, pedimos perdón; Y Dios nos ve... se conmueve... corre... nos abraza... nos llena de besos... nos reviste con el traje, las sandalias y el anillo de hijos... y hace una fiesta, una gran fiesta.

Señor, a veces me parezco al hijo pequeño de la parábola: soy exigente y egoísta, no encuentro la felicidad en la sencillez de la oración y el trabajo de cada día, en el cariño de la familia y amigos. Y me alejo.
En otros momentos soy como el hijo mayor: orgulloso y envidioso. Me creo mejor que los demás y mejor que Dios. Pierdo la capacidad de alegrarme con el éxito de los humanos. Soy hijo, pero me siento esclavo.
Señor, gracias, porque me buscas siempre, porque me ayudas a sentirme hijo tuyo y hermano de cuantos me rodean. Gracias, porque en la Comunión contigo, me enseñas y das fuerza para perdonar, como tú me perdonas.
-------------------

Me levantaré e iré,
sé a dónde y a quién.
No es la primera vez que vuelvo
a la casa que un día dejé
arrogante y sin mirarte
poniendo a prueba tu corazón de Padre.
Y tú me sorprenderás, nuevamente,
con tu acogida, como siempre.

Aquí estoy otra vez, Padre.

Te dejaré ser Padre,
reconoceré mis veleidades,
renunciaré a la excusa,
lanzaré silencios que griten;
aceptaré abrazos y besos,
permitiré que me laves como a un niño,
que hagas fiesta en mi nombre,
que me regales anillo y traje...

Aquí estoy otra vez, Padre

No vuelvo a tientas, vuelve el hijo;
el que se marchó de casa
y malgastó tu hacienda,
el que te hirió el corazón
y rompió tus planes,
el que quiso olvidarte
con juergas y fiestas,
el de siempre...

Aquí estoy otra vez, Padre.

Vengo como me ves,
como ya sabes;
por necesidad,
herido y con hambre,
porque sólo en ti halla paz
mi pobre y vacío ser
que ha fracasado en su huida
y en sus veleidades.

Aquí estoy otra vez, Padre.

Florentino Ulibarri


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

viernes, 22 de marzo de 2019

Viernes 22 de marzo

Viernes de la 2ª semana de Cuaresma

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
Mateo 21,33-43.45-46

En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: "Escuchad otra parábola: Había un propietario que plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar, construyó la casa del guarda, la arrendó a unos labradores y se marchó de viaje. Llegado el tiempo de la vendimia, envió sus criados a los labradores, para percibir los frutos que le correspondían. Pero los labradores, agarrando a los criados, apalearon a uno, mataron a otro, y a otro lo apedrearon. Envió de nuevo otros criados, más que la primera vez, e hicieron con ellos lo mismo.
Por último les mandó a su hijo, diciéndose: "Tendrán respeto a mi hijo." Pero los labradores, al ver al hijo, se dijeron: "Éste es el heredero: venid, lo matamos y nos quedamos con su herencia." Y, agarrándolo, lo empujaron fuera de la viña y lo mataron. Y ahora, cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?"
Le contestaron: "Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros labradores, que le entreguen los frutos a sus tiempos." Y Jesús les dice: "¿No habéis leído nunca en la Escritura: "La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente"? Por eso os digo que se os quitará a vosotros el reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos." Los sumos sacerdotes y los fariseos, al oír sus parábolas, comprendieron que hablaba de ellos. Y, aunque buscaban echarle mano, temieron a la gente, que lo tenía por profeta. que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último cuarto."

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Los sumos sacerdotes y los fariseos comprendieron que hablaba de ellos. Ojalá comprendiéramos que esta Palabra, su Palabra, está dirigida a cada uno de nosotros.
“Habla, Señor, que tu hijo escucha”
“Tu Palabra, Señor, es luz en sendero”
“Sólo Tú, Señor, tienes palabras de vida eterna”

Dios es el amo de la viña, una viña bien plantada, bien cuidada... Tenía hasta lagar y casa para el guardia. Esa viña es el mundo, es nuestra propia vida. Los labradores querían ser dueños de la viña, sin dar cuentas a nadie. Algo semejante nos ocurre a nosotros. Olvidamos que el mundo y la vida son regalo de Dios, no queremos dar cuentas a nadie... Por este camino, la viña se echa a perder, no damos fruto, somos infelices...
“Gracias Señor, por el regalo de la vida, del mundo”
“Enséñanos a ser buenos administradores”

Nos molestan las personas que nos recuerdan la verdad de nuestra vida, la verdad de nuestro mundo. Y tratamos de apartarlas, de hacerlas callar, de suprimir su voz.
“Señor, que sepamos acoger a tus profetas”
“Haznos mensajeros de la verdad, de tu amor”

Señor de la existencia: ¡Quién supiera hacer de su entera vida
una acción de gracias,
y de todos los latidos de su corazón
una alabanza a tu nombre!
Anunciar, lo mismo en las horas felices
que en la desgracia,
la fidelidad de tu amor que nunca disminuye.

Señor de la existencia:
Tus acciones son la fuente de mi alegría
y en tus obras, se sacia mi corazón, siempre insatisfecho.
¡Qué sabio es tu proceder con los humanos!
¡Qué profundos los caminos que abres al que llamas para ti!
Los necios quieren guiarse por su propia razón,
¡y todos sus pasos conducen al atolladero!

Cuando parece que el triunfo va a coronar sus esfuerzos,
el gusano de la amargura
o el fuego de la incertidumbre
ponen fin a su orgulloso florecer.
Porque todo el que no siembra contigo, desparrama;
y la vida que no se nutre de ti
enflaquece sin gracia y sin destino.

Señor de la existencia: Tú viertes en mis venas aromas de esperanza
y templas mis nervios
con las armonías del más virtuoso instrumentista.
Por eso, el conjunto de mis años
será una gozosa melodía,
una cantata de los más gloriosos acordes,
que hará enmudecer de asombro
a todos los que negaron tu necesidad y tu presencia.

El que confía en ti, Señor,
escapa a los juicios mezquinos de la historia,
y sus raíces, bien regadas, dan fruto
más allá de los cambios de ideologías, modas y poderes.
¡No hay frustración para quien se abandona a tus destinos,
ni vejez o enfermedad que no lleven sus frutos de madurez!

Señor de mi existencia:
¡Ojalá fueses Tú el único músico de mi vida;
y yo, únicamente, cantor de tus verdades!


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

jueves, 21 de marzo de 2019

Jueves 21 de marzo

Jueves de la 2ª semana de Cuaresma

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
Lucas 16,19-31

En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: "Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba espléndidamente cada día. Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que tiraban de la mesa del rico. Y hasta los perros se le acercaban a lamerle las llagas.
Sucedió que se murió el mendigo, y los ángeles lo llevaron al seno de Abrahán. Se murió también el rico, y lo enterraron. Y, estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantando los ojos, vio de lejos a Abrahán, y a Lázaro en su seno, y gritó: "Padre Abrahán, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas." Pero Abrahán le contestó: "Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso encuentra aquí consuelo, mientras que tú padeces. Y además, entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso, para que no puedan cruzar, aunque quieran, desde aquí hacia vosotros, ni puedan pasar de ahí hasta nosotros." El rico insistió: "Te ruego, entonces, padre, que mandes a Lázaro a casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que, con su testimonio, evites que vengan también ellos a este lugar de tormento." Abrahán le dice: "Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen." El rico contestó: "No, padre Abrahán. Pero si un muerto va a verlos, se arrepentirán." Abrahán le dijo: "Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso ni aunque resucite un muerto."

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Para descubrir qué me dice Dios a través de su palabra hay un método muy sencillo: ponerse en el lugar de cada uno de los personajes:

A veces nos sentimos como Lázaro: pobres, olvidados, hambrientos... Y Dios sale a nuestro encuentro y nos da mucho más de lo que podríamos siquiera soñar. El Señor es para nosotros riqueza, cercanía, pan de vida. Damos gracias.

Pero no podemos negar que en muchísimas ocasiones nos parecemos más al rico Epulón: satisfechos, egoístas, insensibles... Y Dios nos advierte cuál es la meta de este camino: el sufrimiento, la angustia, la soledad... Dios nos llama a la conversión, porque quiere la salvación, la felicidad de todos. ¿Cómo voy a convertirme? ¿Qué le digo a Dios? Pídele fuerza.

    Damos un paso más. Estamos llamados a ser transparencia de Dios. Él consuela a los pobres e invita a los ricos a abrir su corazón a los necesitados.

Los lázaros,
los hijos de la calle,
los parias de siempre,
los sin techo,
los sin trabajo,
los desarraigados,
los apátridas,
los sin papeles,
los mendigos,
los pelagatos,
los andrajosos,
los pobres de solemnidad,
los llenos de llagas,
los sin derechos,
los espaldas mojadas,
los estómagos vacíos,
los que no cuentan,
los marginados,
los fracasados,
los santos inocentes,
los dueños de nada,
los perdedores,
los que no tienen nombre,
los nadie...

Los lázaros,
que no son aunque sean,
que no leen sino deletrean,
que no hablan idiomas sino dialectos,
que no cantan sino que desentonan,
que no profesan religiones sino supersticiones,
que no tienen lírica sino tragedia,
que no acumulan capital sino deudas,
que no hacen arte sino artesanía,
que no practican cultura sino costumbrismo,
que no llegan a ser jugadores sino espectadores,
que no son reconocidos ciudadanos sino extranjeros,
que no llegan a protagonistas sino a figurantes,
que no pisan alfombras sino tierra,
que no logran créditos sino desahucios,
que no innovan sino que reciclan,
que no suben a yates sino a pateras,
que no son profesionales sino peones,
que no llegan a la universidad sino a la enseñanza elemental,
que no se sientan a la mesa sino en el suelo,
que no reciben medicinas sino lamidas de perros,
que no se quejan sino que se resignan,
que no tienen nombre sino número,
que no son seres humanos sino recursos humanos...

Los lázaros,
los que se avergüenzan y nos avergüenzan,
pueblan nuestra historia,
fueron tus predilectos
y están muy presentes en tu evangelio.

Los lázaros
pertenecen a nuestra familia
aunque no aparezcan en la fotografía,
y serán ellos quienes nos devuelvan la identidad
y la dignidad perdidas.

Florentino Ulibarri


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

miércoles, 20 de marzo de 2019

Miércoles 20 de marzo

Miércoles de la 2ª semana de Cuaresma

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
Mateo 20,17-28

En aquel tiempo, mientras iba subiendo Jesús a Jerusalén, tomando aparte a los Doce, les dijo por el camino: "Mirad, estamos subiendo a Jerusalén, y el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas, y lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles, para que se burlen de él, lo azoten y lo crucifiquen; y al tercer día resucitará."
Entonces se le acercó la madre de los Zebedeos con sus hijos y se postró para hacerle una petición. Él le preguntó: "¿Qué deseas?" Ella contestó: "Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda." Pero Jesús replicó: "No sabéis lo que pedís. ¿Sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber?" Contestaron: "Lo somos." Él les dijo: "Mi cáliz lo beberéis; pero el puesto a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, es para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre."
Los otros diez, que lo habían oído, se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús, reuniéndolos, les dijo: "Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo. Igual que el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos."

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Somos cristianos, queremos seguir a Jesús, sin embargo a veces estamos tan lejos de sus pensamientos y proyectos como los Zebedeos. Sabemos que tenemos que coger la cruz, pero pensamos siempre cómo podemos pasarlo mejor. Hemos oído hablar mil veces de las excelencias del servicio, sin embargo, buscamos privilegios, puestos de honor, que se nos enaltezca entre nuestros compañeros de trabajo, entre nuestros amigos, en la familia.
“Señor, convierte nuestro corazón a ti”
“Contágianos tu modo de sentir, de pensar, de vivir”.

Los otros diez apóstoles se indignaron al escuchar a los Zebedeos. También están lejos de los pensamientos del maestro. Ante los errores de las personas, Jesús siente compasión, y nosotros nos indignamos.
“Señor, que nuestros pecados y fallos
nos ayuden a comprender al que se equivoca”

    El que quiera ser grande, que sea el servidor de todos. Es fácil de entender, pero hay que plantearse cómo vamos a ser servidores. Y pedir la ayuda de Dios para serlo de verdad.

Del anhelo de ser considerado,
del deseo de ser alabado,
del ansia de ser honrado,
del afán de ser consultado,
del empeño en ser aprobado,
de la aspiración a ser perfecto...
líbrame Jesús.

Del afán de almacenar bienes,
del anhelo de ser rico,
del empeño en caer bien,
del deseo de sobresalir,
del ansia de darme a la buena vida,
de la aspiración a no fallar...
líbrame, Jesús.

Del temor a ser despreciado,
del temor a ser calumniado,
del temor a ser olvidado,
del miedo a ser ofendido,
del miedo a ser ridiculizado,
del miedo a ser acusado...
líbrame, Jesús.

Del temor a lo desconocido,
del temor a ser amado,
del temor a salir perdiendo,
del miedo a vivir en pobreza,
del miedo a renunciar a lo necesario,
del miedo a fracasar en la vida...
líbrame, Jesús.

Florentino Ulibarri


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

martes, 19 de marzo de 2019

Martes 19 de marzo

San José. Día del Seminario

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 1,16.18-21.24a

Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo.
El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: "José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados." Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Hay procesos vocacionales muy sencillos, sencillos, normales, difíciles, muy difíciles y como el de San José. El Evangelio no se recrea contando las dudas, los sufrimientos y las cavilaciones del carpintero. Pero nos podemos imaginar cómo estarían la cabeza y el corazón de este hombre cuando se entera de que María está embarazada.

José no se precipita, no se deja llevar por el "calentón": no denuncia a María, ni siquiera se separa de ella.
José abre su corazón al Señor. Y el Señor lo ilumina, no sabemos cuando, pero si sabemos que el Dios es poco devoto de las prisas.
José se fía. No entiende, no entiende nada. Deshace los proyectos soñados y camina sobre el mar de sus dudas, con la seguridad de la fe.

En esta fiesta de San José celebramos el Día del Seminario. Rezamos por los seminaristas, por los sacerdotes, por todos los cristianos (niños, jóvenes y adultos) para que busquemos siempre conocer y cumplir la voluntad de Dios.

Te damos gracias, Padre nuestro, por San José. Él fue CUSTODIO Y PROTECTOR de María y de Jesús. Él es custodio y protector de la comunidad cristiana. Fue custodio con humildad, en silencio, con una presencia constante y una fidelidad total, tanto en los momentos serenos de la vida como en los difíciles, en el viaje a Belén para el censo y en las horas temblorosas y gozosas del parto; en el momento dramático de la huida a Egipto y en la afanosa búsqueda de su hijo en el Templo; y después en la vida cotidiana en la casa de Nazaret, en el taller donde enseñó su oficio a Jesús. Fue custodio y protector, aún cuando no comprendía muchas cosas, con la atención constante a Ti, abierto a tus signos, disponible a tu proyecto, y no tanto al propio. José es «custodio» porque sabe escucharte, se deja guiar por tu voluntad, y precisamente por eso es más sensible aún a las personas que se le han confiado, sabe cómo leer con realismo los acontecimientos, está atento a lo que le rodea, y sabe tomar las decisiones más sensatas.

Danos, Padre Nuestro, la fuerza y la luz de tu Espíritu, para seguir el ejemplo de San José; para responder a tus llamadas, con disponibilidad, con prontitud; para proteger y guardar a Cristo en nuestra vida, como el mejor tesoro; para proteger y guardar a la gente, a cada persona, con amor, a los más cercanos y a los más frágiles, a los que se quedan en la periferia de nuestro corazón; para cuidar y salvaguardar la belleza de la creación.

Padre Nuestro, para custodiar y proteger también tenemos que cuidar de nosotros mismos. Ayúdanos a vigilar nuestros sentimientos, a estar atentos a nuestro corazón, porque del corazón salen las intenciones buenas y malas: las que construyen y las que destruyen. Danos acierto para limpiar de nuestra vida el odio, la envidia, la soberbia, que ensucian la vida; para cultivar la bondad y la ternura; la esperanza y la entrega. Amén.

Oración inspirada en la homilía del Papa Francisco del 19 de marzo de 2013.


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

lunes, 18 de marzo de 2019

Lunes 18 de marzo

Lunes de la 2ª semana de Cuaresma

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 6,36-38

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante. La medida que uséis, la usarán con vosotros."

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

 Dios es compasivo. Es compasión, es perdón, es generosidad... Nos lo asegura Jesús en el Evangelio. Y si necesitamos más pruebas, acudamos a nuestra experiencia y las dudas se desvanecerán.
“Señor, has sido compasivo conmigo, con tu pueblo”
“Te doy gracias por poder sentir tu perdón”

Pero en ocasiones, los nubarrones cubren nuestro cielo, el sufrimiento vence a la esperanza, la fe se tambalea por el viento recio de la duda. Y nos parece que Dios nos se ha olvidado, que su compasión se ha acabado, y su amor generoso es tan solo un invento nuestro. Si ahora te sientes así, no tires la toalla. Espera. Dios te está preparando para bendecirte copiosamente.
“Señor, dame fuerza para buscarte en la oscuridad
para rezarte sin sentirte,
para amarte sin experimentar tu cercanía”

Sientas más o menos la compasión de Dios, Él nos llama a ser compasivos, a no juzgar, a perdonar, a ser generosos... ¿Cómo vas a vivir este evangelio, a qué personas tienes que acercarte? ¿qué le dices a Dios?

Sobre buenos y malos, Padre,
haces salir el sol y mandas la lluvia.
A todos sostienes,
a todos ofreces tu regazo
y susurras palabras de vida y ternura,
independientemente de sus méritos,
de su dignidad,
de su bondad o malicia,
de su credo,
de su autoestima.

Amas a todos,
mas no eres neutral.
Amas al injusto,
pero detestas la injusticia.
Amas al pobre,
pero aborreces la pobreza.
Amas al engreído,
pero te hastía el orgullo.
Amas al pecador,
pero odias toda maldad.

Graba en nosotros
las claves de tu corazón,
y da a nuestras entrañas
los ritmos de tu querer
para respetar a los que son diferentes,
ser tolerantes con los que no coinciden,
dialogar con los disidentes,
acoger a los extranjeros,
prestar sin esperar recompensa,
defender a los débiles,
saludar a los caminantes,
y amar a todos
por encima de nuestros gustos
y preferencias.

Enséñanos, Padre,
a ser como Tú.
Que todos puedan decir:
Son hijas e hijos dignos de tal Padre.

Florentino Ulibarri

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

domingo, 17 de marzo de 2019

Domingo 17 de marzo

Domingo de la 2ª semana de Cuaresma C

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
Lucas 9, 28b-36

En aquel tiempo, Jesús cogió a Pedro, a Juan y a Santiago y subió a lo alto de la montaña, para orar. Y, mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió, sus vestidos brillaban de blancos.
De repente, dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías, que, apareciendo con gloria, hablaban de su muerte, que iba a consumar en Jerusalén.
Pedro y sus compañeros se caían de sueño; y, espabilándose, vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él. Mientras éstos se alejaban, dijo Pedro a Jesús: "Maestro, qué bien se está aquí. Haremos tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías."
No sabía lo que decía.
Todavía estaba hablando, cuando llegó una nube que los cubrió. Se asustaron al entrar en la nube. Una voz desde la nube decía: "Éste es mi Hijo, el escogido, escuchadle."
Cuando sonó la voz, se encontró Jesús solo. Ellos guardaron silencio y, por el momento, no contaron a nadie nada de lo que habían visto.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

La cuaresma es tiempo de de conversión, de esfuerzo, de penitencia... Pero no podemos olvidar la meta que nos espera: la resurrección, la transfiguración, entendida como resurrección anticipada.
"Señor, danos fuerza para acercarnos a Ti"
"Levanta nuestro ojos de nuestro trabajo, para fijarlos en Ti"

No es por casualidad que Jesús se transfiguró mientras oraba. Cuando oramos, cuando abrimos de par en par nuestro corazón a Dios, Él penetra hasta en lo más íntimo y nos va transfigurando. Nos transfigura el rostro y la vida.
"Entra en nuestro corazón, Señor, y transfigúranos"
"Haznos fieles a la oración, al encuentro contigo"

Dijo la voz: "Este es mi Hijo, mi elegido. Escuchadle".  Los cristianos hemos de ser "oyentes de la Palabra". La Palabra nos remueve y nos pacifica, nos ayuda a ver claro, nos conduce por el camino de la vida a la Vida. La Palabra es Jesucristo. Jesucristo nos habla de muchas formas, pero sobre todo a través del Evangelio.
"Haznos oyentes de la Palabra, como María"
"Haznos gustar del silencio donde resuena tu voz"

Transfigúrame, Señor, transfigúrame.

Quiero ser tu vidriera,
tu alta vidriera azul, morada y amarilla.
Quiero ser mi figura, sí, mi historia,
pero de ti en tu gloria traspasado.

Transfigúrame, Señor, transfigúrame.

Mas no a mí solo,
purifica también
a todos los hijos de tu Padre
que te rezan conmigo o te rezaron,
o que acaso ni una madre tuvieron
que les guiara a balbucir el Padrenuestro.

Transfigúranos, Señor, transfigúranos.

Si acaso no te saben, o te dudan
o te blasfeman, límpiales el rostro
como a ti la Verónica;
descórreles las densas cataratas de sus ojos,
que te vean, Señor, como te veo.

Transfigúralos, Señor, transfigúralos.

Que todos puedan, en la misma nube
que a ti te envuelve,
despojarse del mal y revestirse
de su figura vieja y en ti transfigurada.
Y a mí, con todos ellos, transfigúrame.

Transfigúranos, Señor, transfigúranos.

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Levanto mis ojos de donde viene mi esperanza.
La esperanza me llega a borbotones de tu inmenso amor,
de que no te olvidas nunca de mí.

Muchos hombres ponen su esperanza
en que tengan suerte en el juego,
en que todo les salga bien,
en la solución de sus problemas.

Mi esperanza es pronunciar tu nombre.
Mi alegría se llama conocerte,
saber de tu bondad infinita,
más allá de donde alcanza mi razón.
Tú eres una puerta abierta,
una ventana llena de luz.

Cuando los hombres me miran,
me preguntan por qué sigo creyendo,
por qué Tú sigues siendo mi esperanza, me digo:
si te conocieran, si supieran sólo un poco de ti,
si ellos descubrieran lo que tú me has dado,
estoy seguro de que no dirían lo que dicen;
pues Tú eres maravilloso, acoges mis pies cansados.

Por eso, por todo y por siempre,
Tú, Señor, eres mi esperanza.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

sábado, 16 de marzo de 2019

Sábado 16 de marzo

Sábado de la 1ª semana de Cuaresma

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
Mateo 5,43-48

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Habéis oído que se dijo: "Amarás a tu prójimo" y aborrecerás a tu enemigo. Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos, y rezad por los que os persiguen. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos. Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y si saludáis sólo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto."

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Este evangelio nos dice: “sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto”. En otras páginas de la Biblia leemos: “sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso” y “sed santos como vuestro Padre es santo”. Parece claro que para Dios ser santos, ser perfectos y ser misericordiosos es la misma cosa.

“Miseri-cor-dia” = “miserables-corazón-dar”, significa dar el corazón a los miserables, a los pobres, a los que no pueden o no quieren devolveros el favor. Dios es misericordioso porque nos ha dado su corazón, su amor, a nosotros, que nunca podremos devolverle ni una centésima parte.

En esta Cuaresma, ¿a que “indeseable” tengo que amar, por que “enemigo” tengo que rezar, a que “insociable” tengo que saludar? Quizá si le amamos, si rezamos por él, si le saludamos... descubrimos que no es ni tan indeseable, ni tan enemigo, ni tan insociable.

Padre bueno, que nos descubriste mediante tu Hijo, la alegría del perdón, la valentía del amor al enemigo, el imperativo de "no juzgar", te pedimos que borres tus reclamaciones de nuestro libro, como haremos nosotros con las nuestras.

Así conseguiremos un libro blanco y limpio, dispuesto para los mensajes de alegría de bondad, de fraternidad, de amor.

Haznos sentir el perdón como un tesoro recibido de ti y generador de convivencia pacifica, hasta tal punto que no necesitemos volver a reclamar, porque todos los rencores quedarán ahogados.

Tú, que nos conoces por dentro y que podrías llenar mil páginas con los fallos de nuestra biografía personal pero prefieres la indulgencia, haznos capaces de imitarte en nuestras relaciones difíciles con el prójimo.
Te lo pedimos por Jesucristo, tu hijo y Señor nuestro. Amen.


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

viernes, 15 de marzo de 2019

Viernes 15 de marzo

Viernes de la 1ª semana de Cuaresma

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
Mateo 5,20-26

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Si no sois mejores que los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos. Habéis oído que se dijo a los antiguos: "No matarás", y el que mate será procesado. Pero yo os digo: Todo el que esté peleado con su hermano será procesado. Y si uno llama a su hermano "imbécil", tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama "renegado", merece la condena del fuego.
Por tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda. Con el que te pone pleito, procura arreglarte en seguida, mientras vais todavía de camino, no sea que te entregue al juez, y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último cuarto."

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

A veces oímos o decimos: “yo ni mato, ni robo”. Sin embargo, nos cuesta muy poco criticar, insultar, hablar mal... Y, aunque nos parezcan inocentes nuestros comentarios, a veces herimos, herimos mucho.
“Señor, perdona nuestras críticas ácidas”
“Danos un corazón sensible y una palabra delicada”
“Gracias por las personas que tienen un corazón bueno”

No es compatible el amor a Dios y el odio al hermano, aunque nos haya hecho mucho daño. No es compatible. Quizá anide en nuestro corazón algún resentimiento, algún rencor, algún deseo de venganza. Pongamos todo en manos de Dios, para que la oración y las penitencias de la Cuaresma nos conduzcan a la reconciliación y la paz de la Pascua.

Señor, concédeme el regalo de un corazón reconciliado;
que sepa comprender, antes que condenar;
que busque la unión en vez de la división;
que se deje conducir por el amor y no por interés,
que esté siempre dispuesto a perdonar y a pedir perdón.

Que sepa construir y reconstruir la paz en la familia,
que sea consciente de todo lo que recibo de ella
y de los mucho que los quiero y añoro,
aunque a veces me pongan de los nervios.

Que sepa ser puente de comunicación entre mis amigos,
que no deje crecer las críticas que se hacen a la espalda,
que busque más lo que nos une de los que nos separa;
que sea cercano con quien más necesite el calor de la amistad.

Qué sepa trabajar por la comunión en la comunidad,
que no me deje llevar por estériles protagonismos
y sepa propover la participación de todos,
cada uno con las capacidades que Dios le ha dado.

Qué sepa instrumento de paz en el pueblo o en el barrio, en el mundo;
que tenga especial cuidado y empeño en integrar a todos:
a los pobres, a los marginados, a los que no cuentan;
que no busque la confrontación, sino la comunicación.

Señor, que cada día sepa descubrir tu amor infinito,
muchísimo más grande que todos mis pecados y errores;
para que, a fuerza de acoger tu perdón de Padre y Madre,
sepa contagiar la alegría de vivir como hermanas y hermanos.


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

jueves, 14 de marzo de 2019

Jueves 14 de marzo

Jueves de la 1ª semana de Cuaresma

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
Mateo 7,7-12

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá; porque quien pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre. Si a alguno de vosotros le pide su hijo pan, ¿le va a dar una piedra?; y si le pide pescado, ¿le dará una serpiente? Pues si vosotros, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre del cielo dará cosas buenas a los que le piden! En resumen: Tratad a los demás como queréis que ellos os traten; en esto consiste la Ley y los profetas."

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

   Dios pide nuestra conversión, mejor dicho, Dios pide que nos dejemos reconciliar por Él. La conversión, antes que un esfuerzo de nuestra parte es un don de Dios, un don que tenemos que acoger. Y lo acogemos en la medida en que lo pedimos.
“Señor, concédenos el don de la conversión”

Aunque Dios sepa todo lo que necesitamos antes de pedírselo, presentemos a Dios nuestra pobreza, la pobreza del mundo... Cuando pedimos, reconocemos nuestra realidad, crece nuestra confianza en la bondad de Dios y, si nos conviene, Él nos da fuerza para hacer realidad nuestra petición.

Dios y Padre nuestro, fuente de todo bien,
es necesario pedirte con confianza cuanto precisamos;
es justo darte gracias por todo lo que recibimos;
es bueno rezar, siempre, en la alegría y la tristeza,
y en todo lugar: en la calle y en el monte,  en casa y en la iglesia…

Aunque conoces nuestros deseos antes de contártelos,
aunque no precisas nuestra oración para bendecirnos,
nosotros necesitamos rezar
para abrir el corazón y acoger tus dones,
para sentir tu cercanía, tu ternura, tu amor, tu fuerza...

Gracias, Padre, porque tú inspiras nuestra oración.
porque tus oídos nunca están cerrados a nuestras súplicas
y nos ofreces el regalo, siempre nuevo, de tu Palabra.

Gracias, porque acoges con alegría nuestra oración,
para que nos sirva de salvación,
porque rezar nos ayuda a vivir más felices,
al sentirnos hijos tuyos, hijos amados,
y hermanos de todas las personas. Amén.

--------------

Tú, mi esperanza,
óyeme para que no sucumba al desaliento.
Tú, mi anhelo,
óyeme para que no me dé por satisfecho.
Tú, vida para mi vida,
óyeme para que no deje de buscarte.

Buscarte día a día,
en soledad y compañía,
en los momentos de euforia y alegría,
y en los de tedio y desgana.
Buscarte compartiendo y recibiendo,
buscando y preguntando,
sirviendo y sembrando,
luchando y amando,
orando y glorificando,
trabajando y estudiando,
dialogando y soñando,
muriendo y creando,
viviendo sin fronteras ni murallas.

¡Te busco, Dios!
¡Quiero ver tu rostro!
¡¡Quiero ver tu rostro!!

Saliste a mi encuentro cuando no te esperaba.
Atravesaste puertas y ventanas,
valles y montañas
ríos y murallas,
desiertos y playas,
calles y plazas,
tugurios e iglesias,
tabernas y fábricas...
Te hiciste el encontradizo.
Me sorprendiste a tu manera.
Me tomaste de la mano
como si nos conociéramos de toda la vida.
Y estuvimos un rato juntos.

Te vi un poco,
te sentí junto a mí.
Quiero conocerte más
y tenerte más cerca.
Quiero sentir el calor de tu regazo,
la ternura de tus entrañas,
la pasión de tu corazón,
la angustia de tu alma,
las palabras de tu boca,
el aliento de tu espíritu...
No te hagas esperar.
Te estoy llamando.
Ábreme y déjame entrar...

¡Te busco, Dios!
¡Quiero ver tu rostro!
¡¡Quiero ver tu rostro!!

Florentino Ulibarri


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

miércoles, 13 de marzo de 2019

Miércoles 13 de marzo

Miércoles de la 1ª semana de Cuaresma

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
Lucas 11,29-32

En aquel tiempo, la gente se apiñaba alrededor de Jesús, y él se puso a decirles: "Esta generación es una generación perversa. Pide un signo, pero no se le dará más signo que el signo de Jonás. Como Jonás fue un signo para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del hombre para esta generación. Cuando sean juzgados los hombres de esta generación, la reina del Sur se levantará y hará que los condenen; porque ella vino desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón. Cuando sea juzgada esta generación, los hombres de Nínive se alzarán y harán que los condenen; porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás."

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

 Nos cuesta convertirnos de verdad al Señor. Y ponemos excusas y justificaciones, algunas realmente buenas; pero excusas, al fin y al cabo: “Si Dios me diese una prueba de su existencia”, “Si Dios cambiara mi forma de ser”, “Si viera un milagro”. ¡En qué aprieto nos pondría Dios si convirtiera una tinaja de agua en vino! Algo tendríamos que inventar.

Sin embargo, hay personas que se conforman con menos. Los ciudadanos de Nínive se convierten por la predicación de Jonás, y la reina del Sur al escuchar la sabiduría de Salomón.

Si hiciéramos más a menudo memoria de todas las maravillas que Dios ha hecho en nosotros, pediríamos menos signos, seríamos más agradecidos, crecería nuestra esperanza y viviríamos más felices.

“Danos Señor un corazón y unos ojos nuevos
  para descubrir y agradecer las maravillas
  que haces en los corazones de las personas
  y en la historia de mundo.
  Y danos la fuerza de tu Espíritu
  para que no pase esta Cuaresma
  sin habernos convertido un poco más a Ti”

Yo se que me quieres, Señor, porque eres bueno.
Porque tienes un corazón sensible, perdóname;
limpia mi vida de todos mis pecados
y de mis continuas caídas, levántame.

Que alegría tan grande saber que eres mi Padre,
y que juzgas a todos con misericordia.
Dame tu abrazo de perdón y tu amor cambiará mi corazón,
sé mi amigo y caminaré siempre en tu presencia.

Devuelveme el gozo y la alegría, que toda mi vida salte de gozo.
Somos amigos: olvida el mal que hice,
ayúdame con tu amistad a renovarme
y haz que nunca más me separe de Ti .

Que nazca en mí, como una fuente, un corazón puro,
y que una voluntad firme crezca en mi.
Quiero ver tu rostro alegre a mi lado,
y que tu fuerza me acompañe siempre, Señor.

Dame alegría de tu salvación
y un corazón generoso para amarte toda la vida.
Les diré a mis amigos que tus caminos son formidables,
y a los que pecan sin conocerte, lo bueno que Tú eres.

Dame vida, pues yo amo el vivir,
Tú que eres el Dios de la Vida,
y con ella diré a las gentes que contigo todo es posible.
Abre mi corazón y mis labios para decirte cuánto te quiero.

Ya sé que no te contentas con poco
y que no quieres de mí palabras vacías.
Lo que me pides es un corazón arrepentido;
un corazón sincero y noble es lo que quieres.

Sé bueno conmigo y con los otros
y fortalece nuestras vidas indefensas.
A Tí te ofrecemos nuestra vida cada día,
todo lo que somos y tenemos, todo es tuyo.

Devuélvenos, te lo pedimos, el gozo y la alegría,
y toda nuestra vida salte hoy en fiesta.
Somos amigos: olvida el mal que hemos hecho
y ayúdanos con tu amistad a convertirnos.


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.