viernes, 11 de enero de 2019

Viernes 11 de enero

11 de enero

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 5, 12‑16

Una vez, estando Jesús en un pueblo, se presentó un hombre lleno de lepra; al ver a Jesús cayó rostro a tierra y le suplicó: —«Señor, si quieres puedes limpiarme.»

Y Jesús extendió la mano y lo tocó diciendo: —«Quiero, queda limpio.»

Y en seguida le dejo la lepra. Jesús le recomendó que no lo dijera a nadie, y añadió: —«Ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés para que les conste.»

Se hablaba de él cada vez más, y acudía mucha gente a oírle y a que los curara de sus enfermedades. Pero él solía retirarse a despoblado para orar.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

A. Cristo ha venido, se ha hecho hombre para curarnos de todo aquello que nos separa de Dios y de los hermanos… Damos gracias.

B. ¿Qué te separa de Dios y de los hermanos? Pide a Dios luz y sabiduría para conocer con exactitud cuál es tu verdadero problema. No es sencillo saberlo. Se oculta tras las apariencias. A veces es bueno recurrir a sacerdotes o a personas expertas en humanidad que nos ayuden en esta reflexión.

C. Señor, si quieres puedes limpiarme. Señor, si quieres puedes limpiarme. Señor, si quieres puedes limpiarme. El Señor puede y quiere limpiarnos. ¿Tenemos fe para poder acoger la curación, la salvación que Él nos ofrece?
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

Tú no eres Señor, un Dios impasible,
no eres distante y duro con los hombres.
Tú conoces nuestra debilidad,
nuestras tendencias orgullosas, violentas y egoístas.
Conoces bien todas nuestras miserias.
Tú eres misericordioso y compasivo
Tú padeces y con-padeces,
Tú eres compasión.

Compadécete de nosotros.
Se tú mismo, Señor.
Ven, Señor, a socorrernos
Si nos ves caídos, levántanos con la mano de tu Espíritu
Si nos ves enfermos, cúranos con el aceite de tu Espíritu
Si nos ves manchados, límpianos con el agua de tu Espíritu
Si nos ves cobardes, fortalécenos con el fuego de tu Espíritu.
Si nos ves engañados, enséñanos con la luz de tu Espíritu.
Si  nos ves tristes, alégranos con la risa de tu Espíritu.
Si nos ves mezquinos, agrándanos con el amor de tu Espíritu
Si nos ves solos, acompáñanos con la presencia de tu Espíritu y de tu hijo 

y quédate con nosotros, dulce huésped, 
o métenos dentro de tu inmenso Corazón.
 
 4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.