viernes, 8 de junio de 2018

Viernes 8 de junio

Sagrado Corazón de Jesús B

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 19, 31‑37

En aquel tiempo, los judíos, como era el día de la Preparación, para que no se quedaran los cuerpos en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día solemne, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y que los quitaran. Fueron los soldados, le quebraron las piernas al primero y luego al otro que habían crucificado con él; pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados, con la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió sangre y agua.

El que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero, y él sabe que dice verdad, para que también vosotros creáis. Esto ocurrió para que se cumpliera la Escritura: «No le quebrarán un hueso»; y en otro lugar la Escritura dice: «Mirarán al que atravesaron.» 

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

El corazón representa la sede de los sentimientos. Hoy queremos adentrarnos en las profundidades del corazón de Jesús, queremos conocer y saborear un poco mejor sus sentimientos, para que los nuestros sean cada vez más parecidos a los suyos.

El corazón de Jesús no se contenta con el lamento, es un corazón capaz de movilizar las piernas, de agudizar la visión, de poner en marcha la cabeza. para aliviar cargas, agobios, cansancios... El amor de Jesús es creativo, imaginativo, busca el camino más adecuado, no retrocede cuando se acerca la cruz.

¿Qué sentimientos ocupan tu corazón? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
¿Cómo es tu amor? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?


El Evangelio nos invita a mirar a Jesús, a mirarlo atravesado en la cruz…

Jesús, sólo en tu mirada encuentro el perdón, porque tú no me juzgas, no me rechazas, ni me exiges nada. Sólo me esperas a la puerta, para que cuando regrese, siempre la encuentre abierta.

Jesús, sólo en tu mirada encuentro el perdón, porque sólo el que ama y recibe al otro, perdona de verdad y tú me aceptas y me quieres tal como soy.

Jesús, sólo en tu mirada encuentro el perdón y en ella sana la herida de mi alma, porque tus ojos cicatrizan las huellas de mis culpas y debilidades.

Jesús, sólo en tu mirada encuentro el perdón, porque te colocas junto a mí,  junto a mis heridas, junto a mi dolor.

Jesús, sólo en tu mirada encuentro amor, compasión,  calor que quema y apaga mi culpa y mi dolor.

Jesús, sólo en tu mirada encuentro perdón, palabra de aliento, caricia de brisa suave, abrazo de comprensión.

Jesús, tu mirada me libera del peso de mi culpabilidad, de la condena de mis faltas, del rechazo de mis maldades.

Jesús, tu mirada me purifica y tu corazón me santifica y me sana. Jesús, sólo en tu mirada encuentro el perdón.


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.